sábado, 20 de abril de 2013

LOS HORNOS DE HITLER CAPITULO 4

CAPITULO 4
LAS PRIMERAS IMPRESIONES

Hasta dos días después de quedar instaladas en las koias recibimos nuestra primera comida matutina ...que solo era una taza de cierto liquido insípido o negruzco, al que llamaban café.
No estaban azucaradas ,aunque en eso consistía nuestra comida ,al medio día tomábamos sopa .Era difícil averiguar cuales eran los ingredientes de aquella pócima .
A veces no teníamos mas remedio que taparnos las narices para poder consumir nuestras raciones .
Lo que integraba la sopa , variaba indudablemente ,en conformidad con la estación , por la tarde recibíamos el pan nuestro de cada día una ración de seis onzas y media .Era un pan negro con una proporción extraordinariamente de serrín.
Ademas de la ración diaria de pan , recibíamos por la noche un poquito de remolacha o una cucharada de margarina.Como un favor excepcional a veces una rebanada de salchichón de origen sumamente dudoso.Lo mismo que la sopa que el café eran transportados en calderas de 50 kilos ,eran cargadas por dos mujeres  era una tarea difícil. De vez en cuando se derramaban el liquido hirviente y se producían quemaduras graves.
En cuanto llegaba a la caldera la Stubendiest,que tenia a a cargo la responsabilidad del centro del bloque , procedía a la distribución de sopa o café.
El liquido que contenía perol era vertido en las veinte vasijas de cada barraca .Cada vasija era repartida entre los ocupantes de una koia.
La cuestión de quien sera la primera daba pie a muchas trifulcas.
Cada vez que recuerdo los primeros días que pasamos en el campo de concentración,me pasa un calosfrió de indescriptible terror por la espalda.
Nada era capaz de hacernos olvidar nuestro estado de esclavitud .
Dos días después nos dieron postales con el permiso de informar que estábamos en buen estado de salud .Pero se nos obligaba a dar un dato equivocado.Sin embargo , la mayor parte de mis compañeras aprovechaban la ocasión para comunicarse con el mundo afuera.
El truco de las tarjetas postales había engañado a  las familias y descubrir el paradero de muchas personas que buscaba la gestapo.
Cuando las koias estaban atiborradas hasta el punto de quebrarse , surgían con demasiada frecuencia incidentes entre las internadas.
Vi de nuevo a mi esposo , con las menos palabras que pude le conté lo que me había dicho la blocova sobre la muerte de nuestros dos hijos y de mis padres.En aquel momento ,dos guardias nos divisaron , nos dieron golpes y latigazos.





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